martes, octubre 13, 2009

Los gritos de "Zapatero dimisión", protagonistas del desfile.

Ya es un clamor popular. Si tanto presume de talante, que le haga caso a la gente y nos haga un favor a todos los españoles dimitiendo él y su atajo de incompetentes.

El Gobierno lo intentó, pero no pudo ser. Los abucheos, pitos y los gritos de “Zapatero dimisión” volvieron a ser protagonistas del desfile del 12-O pese a que el Ejecutivo retiró las gradas del público. Gallardón se mostró más indignado que el presidente por el espectáculo.

Un año más, y ya empieza a convertirse en tradición, la atención del desfile militar del 12 de octubre se volvió a centrar en la actitud del público con José Luis Rodríguez Zapatero y el resto de los miembros del Ejecutivo. Y una vez más, como en años anteriores, el descontento con las políticas del gobierno volvió a manifestarse con gritos y abucheos.

Las obras con las que Alberto Ruiz Gallardón está castigando algunas zonas de Madrid obligaron a cambiar la ubicación del desfile, que abandonó la plaza de Colón para celebrarse en la Castellana también, pero esta vez a la altura del estadio Santiago Bernabéu. Y este cambio lo aprovechó Defensa para eliminar las gradas para espectadores de las que, habitualmente, salían muchos de los gritos y abucheos contra el presidente del Gobierno. Pero no fue suficiente.
Desde primera hora de la mañana, el público, aunque más alejado de lo habitual de la zona de autoridades, mostró por donde iba a ir encaminada la jornada. Todavía no había llegado el inquilino de La Moncloa cuando la sola presencia de un coche oficial hizo alzar a la gran mayoría de los asistentes un grito unánime: “¡Zapatero, dimisión!”.

Ese grito, junto a otros como “¡Zapatero, embustero!” o “¡Fuera, fuera!” se pudieron escuchar no sólo a la llegada y partida del presidente del Gobierno, sino también durante los tiempos muertos que vivió el desfile. Antes de los honores militares a los Reyes, tras el saludo de Sus Majestades a las autoridades...

Pero el presidente del Gobierno no fue el único que recibió las críticas de los ciudadanos. También hubo pitos, abucheos y gestos de desaprobación para la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y para la ministra de Defensa, Carmen Chacón.


Homenaje a los caídos y el desfile
El izado y homenaje a la bandera nacional, que bajó del cielo en los pies de un paracaidista, dio paso al homenaje a los caídos por España. En el mismo, participaron familiares de los 38 militares y guardias civiles que han muerto en lo que llevamos de 2009 en actos de servicio.

Tras el emotivo acto, dio comienzo el desfile militar, en el que este año participaron 4200 militares, 209 vehículos, 58 aeronaves. El desfile terrestre comenzó con la sección de motos de la Guardia Real y concluyó con la unidad de transporte táctico y logístico de la agrupación de transporte del Ejército de Tierra. Entre medias, tanques Leopard, Vamtac, las unidades de transporte de las UAV (aviones no tripulados), los veteranos, las secciones de motos de la Guardia Civil de tráfico y el Seprona… y como no, los BMR y los Lince, que pese a estar casi un centenar en Afganistán y ser blindados antiminas no formaban parte del convoy militar atacado la pasada semana en el país asiático y del que formaba parte el cabo Cristo Ancor Cabello Santana.

Las autoridades y el público asistente disfrutaron después de los cazas F18, Mirage F1, Eurofighter, de los aviones F5, AV-8 Harrier, B-707 (que abastecía de combustible en vuelo a dos F18), y de los helicópteros Tigre, Cougar y Chinook, entre otros.

Y tras el desfile aéreo llegó el turno de las agrupaciones a pie. La Guardia Real, la brigada de Infantería de Marina, el regimiento de Artillería Antiaérea, el batallón mixto de la Guardia Civil, la brigada de Infantería Ligera, el Tercio de la Armada, el escuadrón de Zapadores, la Unidad Militar de Emergencias, el Grupo de Operaciones Especiales, la Brigada Paracaidista, los Esquiadores Escaladores… Entre medias de todos ellos, desfilaron las banderas de Naciones Unidas, la OTAN y la Unión Europa, bajo las cuales las tropas españolas han cumplido veinte años de misiones internacionales.

Por último, llegaron las dos unidades más aplaudidas del desfile. Primero, la Legión, con su rápida cadencia de 160 pasos por minutos y que, este año, llevó a su cabra libre siguiendo el paso de los soldados (el año pasado iba atada con una cuerda). Después, los Regulares de Ceuta y Melilla, con su lenta cadencia de 80 pasos por minuto y sus llamativos uniformes.Presencia del

Gobierno vasco, ausencia catalana y valenciana
El desfile de la Fiesta Nacional congregó en Madrid a las principales autoridades del Estado. Presidido por Sus Majestades los Reyes, no faltaron los miembros de la Familia Real ni los presidentes de las principales instituciones del Estado: María Emilia Casas (presidenta del Tribunal Constitucional), José Bono (presidente del Congreso) y Javier Rojo (presidente del Senado). También estuvieron al completo los ministros del Gobierno y la cúpula militar.

En el acto, al que asistieron ocho presidentes autonómicos y los dos de las ciudades autónomas, se echaron en falta dos nombres propios. El primero, el de José Montilla, que fue el primer presidente de la Generalidad catalana en acudir al desfile y que esta vez no hizo acto de presencia. La segunda ausencia destaca fue la de Francisco Camps, el presidente de la Generalidad valencia, en una complicada situación política por la sacudida del caso Gürtel.

Pese a estas ausencias, el protagonismo recayó en los dos representantes institucionales de la comunidad vasca que asistieron al desfile, algo que sucedía por primera vez. Se trató de la presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga, y del consejero vasco de Interior, Rodolfo Ares.

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