miércoles, junio 09, 2010

La falacia del progresismo

Desde la caída del Muro de Berlín estamos asistiendo a la mayor operación de maquillaje político puesta en marcha por la izquierda política para ocultar su orfandad ideológica. La caída del Muro representó el final de la ideología marxista, que, ante la evidencia de su aterrador historial de falta de libertad y de persecución y asesinatos a lo largo del siglo XX, fue rechazada definitivamente en Europa y la hizo inservible como sustento ideológico de la izquierda. El llamado socialismo real había quebrado.

En este estado de cosas, los ideólogos y los técnicos del marketing político de la izquierda reaccionaron proponiendo una alternativa, carente de contenido ideológico, pero que daba una nueva imagen de modernidad a la izquierda: el progresismo. La izquierda ya no es marxista o socialista; es progresista.
Hay que reconocer que el éxito está siendo arrollador. Pero también hay que decir que lo está siendo por la pasividad acomplejada de la derecha, que no ha sido capaz de exigir las adecuadas responsabilidades políticas a quienes machacaron ideológicamente el siglo XX. Coloquialmente, se está admitiendo de forma generalizada definir a los partidos de la izquierda y a sus partidarios como progresistas. Un término que suena magníficamente, tanto en sentido activo como pasivo: modernidad y progreso frente a retrógrados y carcas de la derecha.

Todo ello se está consiguiendo sin esfuerzo, gracias a la tonta aquiescencia de aquéllos contra quienes se utiliza. Falta una reacción similar, de marketing político, para demostrar la falacia del término progresista. Un término hueco, como lo está la actual ideología de la izquierda, que sólo sirve como impostura para ocultar la falta de propuestas efectivas de mejora real de la situación de cada sociedad y el vacío intelectual del izquierdismo.

El manto progresista que hoy cobija a las ideologías izquierdistas es un auténtico caballo de Troya que las sociedades occidentales, y muy destacadamente la española, están permitiendo que sirva para ocultar el peligro de unas ideologías con grandes rasgos antidemocráticos, que sólo entienden la democracia como un mecanismo legitimador de su uso del poder, al cual creen tener derecho natural, pero al cual no se someten pacíficamente cuando el poder lo ejercen ideologías liberal conservadoras.

Las ideologías izquierdistas pretenden que sea progresista el actual abuso de los sindicatos, que, representando a una ínfima minoría de los trabajadores, se han convertido en un mero grupo de presión subvencionado abusivamente, sin proteger de forma real y efectiva a los trabajadores.
¿Acaso están los sindicatos protegiendo adecuadamente a los jóvenes españoles de 20 a 30 años, cuya tasa de paro es del 40%, cuando la mayoría de ellos no ha conseguido siquiera su primer trabajo?
Las ideologías izquierdistas pretenden, igualmente, que sea progresista un gasto público desenfrenado y no productivo, dedicado en gran medida a la protección y mantenimiento de cotos electorales a base de subvenciones ideológicas. ¿Qué rentabilidad tiene el Plan de Empleo Rural en términos de productividad de la economía española? En vez de estimular la creación de riqueza mediante inversiones productivas, se busca la dependencia ideológica de los perceptores de los subsidios. No hay mejor ejemplo del falso progreso de la izquierda que el empobrecimiento actual de la sociedad española.

En el plano social, se pretende por los izquierdistas que es progresista la manipulación de las mentes de los jóvenes estudiantes (Educación para la Ciudadanía lo llaman) para conseguir un adoctrinamiento político de la sociedad. Todo ello dentro de un sistema que ha conseguido que la educación haya dejado de ser un proceso de adquisición de conocimientos que, a través del esfuerzo y del afán de superación, permita a los jóvenes de hoy mejorar en sus expectativas de desarrollo personal y social.

Es progresista ofrecer la igualdad en la mediocridad a la que nos han llevado los partidos izquierdistas. Mucha ideología de género, protección de minorías gays y lesbianas y ataques a la estructura tradicional de la familia y a los principios morales cristianos, han servido para que la sociedad española abdique de la excelencia, las mujeres sean cuotas, los hijos no puedan independizarse hasta edades muy tardías para formar nuevas familias y, en definitiva, se hayan perdido los referentes que estructuran las sociedades que buscan el progreso a través del trabajo y del esfuerzo de sus ciudadanos, del estudio y la investigación, y no mediante la protección subsidiada a los ciudadanos que otorga graciosamente el poder político. Éstas son las consecuencias de las ideologías izquierdistas, muy distantes del auténtico progreso que se pretende vender.
Así pues, la falacia de los falsos progresistas, es que no son más que los viejos y conocidos izquierdistas. Es necesario desenmascarar esta estrategia; pero, sobre todo, es necesario retirar del diccionario político el uso de la palabra progresista para referirse a ideologías simplemente “izquierdistas”.

*Santiago Mora Velarde es notario.

martes, junio 08, 2010

Barreda destapa ahora las subvenciones a los liberados sindicales

Ya lo dice el dicho popular: liberado sindical, parásito social. España nunca avanzará mientras tengamos que seguir pagando esta lacra inútil e ineficiente.

José María Barreda está saliendo a la palestra por sus críticas al Gobierno. Y ahora es protagonista tras destapar, un día antes de la huelga de funcionarios, las subvenciones para los liberados sindicales en Castilla-La Mancha en 2009. Como siempre, UGT y CCOO se reparten casi todo el pastel.

El presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, está saltando últimamente a las portadas de la prensa por sus críticas al Gobierno y por la reducción de cargos en su Ejecutivo regional. Ahora lo es por publicar en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha las subvenciones destinadas en 2009 para la formación de liberados sindicales.

Que se hagan públicas las subvenciones de los sindicatos es algo a lo que se está obligado por ley. Sin embargo, Barreda ha elegido una fecha concreta para destapar las ayudas a los liberados sindicales de la región.

Concretamente, estas cantidades se han publicado un día antes de la huelga de funcionarios convocada por los propios sindicatos, algo que podría entenderse como un aviso a estas organizaciones. Muchas fechas posibles, pero el azar o no, han querido que el Ejecutivo manchego dé a conocer estas cantidades en vísperas de los paros.

Y es que esta decisión de publicarlo en este momento parece estar bastante meditada puesto que las subvenciones fueron aprobadas en marzo de 2009. Un año y tres meses después se han hecho públicas.
Como ya es habitual y ateniéndose a los datos, CCOO y UGT se han repartido casi la totalidad de los fondos para “formación sindical de los representantes de los trabajadores”. Aunque aparecen en la lista diez sindicatos, los dos mayoritarios son con muchísima diferencia los más subvencionadas.

Comisiones Obreras fue el que más dinero recibió para la “formación” de sus liberados con un total de 308.614 euros. En segundo lugar, y como no podía ser de otra forma, aparecía UGT con 225.267 euros. Ambos suman 533.881 euros de los 600.000 euros repartidos por el Ejecutivo de Castilla-La Mancha a los sindicatos para tal fin.

Barreda publica estos datos justo cuando el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, está intentando acercar posiciones con CCOO y UGT para evitar una huelga general. Los sindicatos más subvencionados de España pueden dejar de apoyar al inquilino de La Moncloa si se aprueba una reforma laboral que vaya contra sus intereses. El presidente manchego hace ahora un alarde de transparencia, frente a la opacidad del líder del Ejecutivo.