Termina la semana con un aluvión de noticias económicas. Salgado presenta unos Presupuestos que no se cree nadie, las agencias de calificación auguran negros años para España y los sindicatos tardan sólo 24 horas en volver a pasar la mano por el lomo de los responsables gubernamentales.
Como ha sucedido siempre que ha elaborado los Presupuestos Generales del Estado un Gobierno del PSOE, las cuentas no cuadran. Ni las elaboradas por Pedro Solbes (hoy asesor del FMI) ni las realizadas por Elena Salgado se cumplen nunca, porque siempre pasa lo mismo, se inflan los ingresos y se minimizan los gastos. Esto hace que en todas las ocasiones se gaste más de lo previsto y se ingrese menos de lo esperado, lo que abre un agujero en la caja pública (déficit) que sólo puede financiarse mediante dos formas: más impuestos y nuevas emisiones de deuda.Antes de comenzar el repaso por la prensa económica, permítanme explicarles en qué consiste este engendro denominado Presupuestos del Estado. Se trata de las previsiones que hace un Gobierno sobre la evolución de la economía para el siguiente año, teniendo en cuenta las medidas y reformas en marcha, incluyendo la política fiscal y las decisiones monetarias del Banco Central Europeo.
Es como cuando una familia analiza su estructura de ingresos y gastos para saber cuánto dinero necesitará cada mes, elegir el destino vacacional en función de la renta disponible y determinar el dinero que necesitarán sus hijos para ropa, colegio y divertimento.
Pues bien, si comparamos los Presupuestos presentados por Salgado con las cuentas de nuestro ejemplo, la familia estaría endeudada hasta las cejas, acudiría a un banco para pedir un crédito con el objeto de irse de vacaciones dos meses al Caribe a un hotel de cinco estrellas e iría a una caja de ahorros para obtener fondos que le permitieran matricular a los niños en un colegio privado bilingüe, comprarse un coche y renovar el fondo de armario. De forma que la familia terminaría el año con más préstamos que pagar y con el agua al cuello, por lo que debería pedir más crédito.
Pero dirán ustedes... esto no puede pasar, y llevan razón. Este supuesto es imposible porque las entidades financieras no dan préstamos a familias insolventes. Pero, entonces ¿cómo puede ser que un Estado pueda hacer lo que en un hogar es imposible? Muy sencillo. Porque los Gobiernos siempre tienen una fuente de ingresos que pueden utilizar para respaldar sus créditos: el sueldo de los trabajadores y los beneficios de las empresas, que son objeto de sustracción mediante métodos coercitivos (cobrando impuestos).
Pero puede ocurrir -como en España- que ni siquiera esta promesa de pago futura convenza a los mercados y entonces las agencias de calificación reducen la calidad de la deuda que emiten estos países, cuestionando su solvencia y poniendo las finanzas públicas bajo revisión. Eso es lo que hizo ayer Moody´s, la última de las tres (junto a Standard Poor´s y Fitch Ratings) que todavía mantenía esperanzas en las promesas de la vicepresidenta económica. Como ven la economía no es tan difícil de comprender si se evita el lenguaje críptico que emplean la mayoría de los economistas.
Y ahora que ya conocen las claves vamos con las portadas de los diarios económicos. Expansión titula a toda página: "Golpe a la inversión y subida de impuestos: El Banco de España, que enfrío las expectativas, y la agencia Moody´s, que rebajó el rating de España, emborronaron ayer la presentación de las cuentas públicas". En su Editorial considera que Salgado ha presentado unos "Presupuestos bajo la sombra de la duda", porque: "ni son realistas ni son austeros".
Cinco Días, por su parte, recuerda que se trata de unas "cuentas en busca de crédito". El Presupuesto "sacrifica la inversión para reducir el déficit público al 6% en 2011" y "Hacienda diseña un proyecto para recuperar el favor de los mercados financieros".
El diario salmón de Prisa cree que estamos ante un "Presupuesto maniatado por la crisis" y defiende al Gobierno por intentar "reducir el desajuste" de las cuentas públicas "sacrificando" otros objetivos, como la reducción del paro y el aumento de la competitividad. Para constatar el servilismo gubernamental, el periódico incluye un artículo del secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, titulado: "recuperar la confianza". Ya ni se cortan: la propaganda la hacen directamente los gregarios de la vicepresidenta en las páginas de Cinco Días.
El tercero en discordia, El Economista, da en el clavo al denunciar que "el Gobierno sólo bajará el gasto el 2,1%, un tercio de lo que prometió". La clave del engaño es que cuando Salgado hace la comparación del desembolso de dinero público no usa la cifra de cierre del año pasado, sino que elige las estimaciones iniciales. Es la típica trampa que usan los políticos cuando se les llena la boca de una "austeridad" que predican pero no aplican.
Y no quiero dejar pasar la caricatura con la que ilustra su portada el diario, en la que aparecen Toxo (CCOO) y Méndez (UGT), tras la huelga, constatando su afinidad con el Gobierno, con el cual "volverán a dialogar". Por cierto, que para el que no lo sepa, ayer Méndez y De la Vega se abrazaron y besaron en la cadena SER, ya saben, la radio amiga.