Sin pelos en la lengua. Así se ha expresado el escritor Arturo Pérez Reverte, que ha cargado contra la Ley de la Memoria Histórica, porque considera que el problema "atribuir los males de un período a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible".
Arturo Pérez Reverte, entrevistado en El Mundo con motivo de su nuevo libro, El asedio. Como suele ser habitual, el escritor no tiene problema en arremeter contra todo y contra todos, y especialmente contra la "dictadura impuesta con la Ley de Memoria Histórica. Reverte considera que "España es un país gozosametne inculto, deliberadamente inculto, que incluso alardea de ser inculto, y con gente así, hacer esa ley de memoria histórica es ponerle una pistola en la mano"."Mi memoria histórica tiene tres mil años ¿sabes?, y el problema es que la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa" añade "Porque contemplar el conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento aislado, como un período concreto y estanco respecto al resto de nuestra historia es un error, poque el cainismo del español solo se entiende en un contexto muy amplio".
Para el célebre escritor "atribuir los males de un período a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de memoria histórica porque le contó su abuelo algo no me vale para nada".
"Cualquiera que haya leído historia de España sabe aquí todos hemos sido hijos de puta. TODOS" sostiene el escritor, que además, añade sorprendentes opiniones: "El problema de España, a diferencia de Francia, es que no hubo una guillotina en la Puerta del Sol que le picara el billete a los curas, a los reyes, a los obispos y a los aristócratas... y al que no quisiera ser libre le obligara a ser libre a la fuerza".
Y continúa: "Hemos fusilado tarde y mal, y no ha servido de nada. El momento histórico era ese, el final del siglo XVIII. Las cabezas de Carlos IV y de Fernando VII en un cesto, y de paso de algunos obispos y unos cuantos más, habrían cambiado mucho, y para bien, la Historia de España" asegura.
3 comentarios:
Me sorprende que comulgues con Pérez Reverte. Y sobre todo con lo de la guillotina para los obispos de la represión post-ilustrada en España, pero, mira tú, qué grata sorpresa.
No siempre comulgo con él, pero hay que reconocer que ha estado muy atinado en este artículo/entrevista.
Obviamente jamás defenderé la guillotina como tal, al igual que tampoco la defiendo en el "Terror Francés", pero sí defiendo la idea (hay que leer entre lineas).
Los reyes, obispos y aristocracia de la época fueron muy perjudiciales para España, pues impidieron que se diese una revolución liberal como se estaba dando en el resto de Europa. De hecho, este ha sido uno de los factores clave en el retraso ideológico de España.
Naturalmente lo ideal sería que se hubiera dado una revolución pacífica, como en otros sitios, pero no fue así.
No soporto a esos escritores ególatras que porque han vendido unos cuantos libros se sienten el rey del mambo, o la reina de los mares (del sur) y se dedican a pontificar sobre lo humano y lo divino.
Peréz Reverte debe haber sufrido algún tipo de abdución con sus personajes y se dedica a repartir mandobles a diestro y siniestro armado de un lenguaje cuartelero y con unas ideas decididamente fascistoides, por no decir algo peor. Ante su lamento porque en España no se haya guillotinado al 50% de la población, cualquier calificativo resulta tenue.
Se hace evidente que, según ese planteamiento, Franco fusiló poco (ese flojo no llegó ni al 1% de la población). Y no es de extrañar que Peréz Reverte abomine de que los vencidos quieran recuperar a sus muertos. Pues no de otra cosa se trata, esencialmente, con la Memoria Histórica, por más que quiera tergiversarlo con historias de “buenos y malos”. ¡Qué fácil es rebatir los débiles argumentos que uno mismo se inventa! Y reducir la Memoria Histórica a una cuestión de “buenos y malos”, como una mala película del Oeste, es simplemente una burda falsificación.
Dos cositas más, que no puedo callarme: Una, la vergüenza ajena que produce cuando un supuesto intelectual habla de lo “incultos” y “analfabetos” que son todos los demás, así en general. Deja la imagen clara de la prepotencia de quien lo expresa, que se considera el único culto, listo e inteligente. Sin comentarios.
Y otra, ese patatero negacionismo moral de que todos somos “igual de hijos de puta”. Argumento tan sandío de quien trata a los demás de analfabetos, no sé si vale la pena comentarlo siquiera. Me recuerda un corrupto pillado en un negociado que por toda justificación expresó “acaso somos ángeles”.
Está claro que no existen criterios de valores si todo es igual, si Perez Reverte es igual de hijo de puta que cualquier asesino en serie, violador, estafador, mafioso, o igual de hijo de puta que esos políticos a los que hace poco criticaba no sin motivo, entonces ¿de que estamos hablando? Más valdría callarse.
Más valdría, ciertamente, que se dedique a escribir novelas (hay que reconocer que no lo hace mal, aunque sea como émulo tardío de Alejandro Dumas) y deje de decir sandeces.
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