lunes, noviembre 09, 2009

El turismo del bisturí nos cuesta más de 64 millones

Cada vez son más los extranjeros que organizan sus vacaciones con miras a encontrar la mejor y más económica prótesis o la más rápida y eficaz intervención. En nuestro país la encuentran y, además, gratis.

España se ha convertido en un paraíso quirúrgico que no tiene precio. Cada año miles de turistas visitan nuestro país para sacar partido a su sistema sanitario. Aquí, encuentran cancha libre para cualquier tratamiento gracias a la “generosidad” de la sanidad española y a los vacíos de la reglamentación europea.
Es lo que ya se ha consolidado como turismo sanitario, un nuevo fenómeno que carga al Gobierno español, y especialmente a las CC AA,  con más pacientes de lo que admiten sus sistemas.

Aunque cifras de cuantificación del conocido “turismo del bisturí” no existen como tal, el Consejo General de Enfermería estima que más de 10 millones de “consumidores sanitarios” sacan provecho del sistema español cada año. A pesar de que en muchos hospitales estos casos son puramente anecdóticos, las más de 300.000 asistencias sanitarias a turistas europeos que se hicieron en 2008 le costaron al Gobierno alrededor de 64 millones de euros, según los últimos datos del Instituto Nacional de Seguridad Social.
 
Británicos de 45 años
Para un turista inglés que tiene que esperar cerca de medio año para ser atendido en su lugar de origen es mucho más sencillo aprovechar su estancia en Benidorm para culminar con alguno de sus tratamientos. El perfil del turista médico por excelencia es éste: un paciente mayor de 45 años, normalmente con una patología previa, que le urge una operación. Son las anginas de pecho, las prótesis de cadera, puentes coronarios, cataratas e, incluso, la asistencia en el parto, los servicios más demandados por los extranjeros entre la enorme carta de operaciones disponible. Para los extranjeros es tan sencillo como presentarse en recepción del hospital con el documento europeo E-111, por el que tienen derecho en nuestro país a una asistencia sanitaria gratuita.

Para evitar cualquier tipo de problema, lo más habitual es que estos nuevos pacientes, aprovechando una crisis en su enfermedad o en caso de males crónicos, acudan a las urgencias del hospital, en donde tras examinarles se les operará en caso de que sea necesario y listo. “Llegan a urgencias porque les duele mucho la cadera. Si necesitan una operación, se les hace. No les van a dejar tirados”, destaca el portavoz del Colegio de Enfermería, Íñigo Lapetra. A Además, y en caso de enfermedades crónicas (migrañas, diabetes, problemas de corazón...) es muy recurrido que los turistas acudan al médico para que les receten fármacos cuyo coste es notablemente mayor en sus países de origen.

El director gerente del Hospital Costa del Sol, José Antonio García, es uno de los profesionales que prefiere no hablar directamente de turismo sanitario, pero sí recuerda casos “anecdóticos”. “Una mujer extranjera dio a luz en este hospital. Presentó su DNI y al poco tiempo nos dimos cuenta de que otra mujer llegó al centro también a dar a luz con los mismos datos”, recuerda. Otro caso frecuente es el de los extranjeros jubilados que solicitan la residencia en España, y una vez obtenida esta condición, viaja de nuevo a su país de origen a someterse a una operación que posteriormente tiene que pagar España. En este sentido, la Defensora del Paciente, Carmen Flores, alerta del “descontrol” del ministerio con respecto a la vigilancia de las tarjetas sanitarias.Carga para el sistemaEl debate sobre la existencia del turismo sanitario se reabrió cuando el presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, región afectada por los pacientes portugueses, reclamó una sanidad “sólo para españoles”.

El secretario general del Sindicato de Médicos de Extremadura, José Ignacio Vilella, resalta que los extranjeros vienen a España a operarse “por pura necesidad”. Por eso, insiste al Ministerio de Sanidad que otorgue más recursos a los hospitales. “Si no hay comida para dar de comer a los de aquí, no se la vamos a dar al resto”, indica.

A pesar de que la ministra de Sanidad haya negado la existencia de este negocio, las CC AAAA sí reconocen el peso que cargan por los cada vez mayores cuidados dirigidos a extranjeros, sobre todo, en determinadas zonas costeras. A Andalucía, una de las mecas del turismo sanitario, facturó en 2008 la cifra de 23,6 millones de euros por la asistencia a este sector de población. Convenios entre la UEAunque existen convenios entre los países de la UE por los que se pagan los servicios sanitarios realizados en el exterior, nunca se llega a recuperar todo el dinero que supone para las arcas públicas españolas. Además, la mayoría de CC AA se queja de que una vez que el Gobierno recibe el dinero, el reparto entre regiones nunca es equitativo.

Así lo ha denunciado en numerosas ocasiones la Consejera de Salud de esta Comunidad, María Jesús Montero, que baratacritica que los ingresos que reciben siempre están “años luz” de los costes. En Baleares, el gasto sanitario que supone la atención a extranjeros comunitarios ronda los 12 millones anuales. Sin embargo, del Ministerio de Sanidad recibe una cuarta parte. Lo mismo ocurre en Andalucía, que de los casi 24 millones que dirigió a estos servicios en 2008, consiguió sólo 13. En lo que va de año, esta región lleva gastado más de 16 millones en los turistas sanitarios. El Ministerio de Sanidad recupera estos gastos teniendo en cuenta el número de españoles que recurre a un servicio sanitario fuera del país.

Por otro lado, este balance suele ser, por norma general, negativo: los españoles en el extranjero sólo generaron 38 millones de gasto el año pasado, frente a los 64 que nos costó la atención de turistas en España. “El turismo sanitario es una realidad. Así que de cara a reorganizar los servicios de la sanidad pública no es bueno que Sanidad lo niegue”, recalcan desde el Colegio de Enfermería. Para contrarrestar el impacto que supone, Valencia, otra de las CCAA más afectadas por este fenómeno, ha puesto en marcha el “Decreto de Aseguramiento”, cuyo principal objetivo es que el sistema valenciano no sea vulnerable al turismo sanitario y evitar así “el uso fraudulento de la tarjeta sanitaria”.

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