jueves, mayo 17, 2007

El cannabis provoca seis de cada diez tratamientos por drogas entre los jóvenes

Un estudio alerta del creciente consumo de heroína en España y el descenso del alcohol

El alcohol, la droga que tanto preocupa a los padres los fines de semana, ya no es la sustancia más demandada por los jóvenes, o al menos no es la que más adicción provoca. Y es que, según un estudio de Proyecto Hombre, un sesenta por ciento de los jóvenes que acudieron a alguno de sus centros el año pasado ingresaron para recibir tratamientos por consumo de cannabis.

Pero lo más extraño es que, al contrario de lo que muchos puedan pensar, «se aprecia un incremento de las demandas de tratamientos motivados por el consumo de heroína», según destacó Albert Sabatés, presidente de la asociación. «El speed, la heroína, el crack o la ketamina tienen un protagonismo muy local, pero no parecen formar parte de un patrón generalizado. Si bien la heroína llamó la atención sobre su consumo en Baleares, donde el 25 por ciento de los ingresos fueron por esta sustancia», explicó Sabatés.

Cocaína

Aun así, la cocaína continúa siendo la droga que más dependencia crea entre los jóvenes después del cannabis. Aunque la asociación advierte que en muchos casos consumen las dos, ya que el 59,6 por ciento de los jóvenes que acudieron a estos centros es policonsumidor, es decir, que consume más de una sustancia. Por este motivo, a pesar del descenso de la solicitud de tratamientos relacionados exclusivamente con el alcohol, desde el Proyecto Hombre alertan de que la mayoría de los jóvenes además de su dependencia a otra sustancia tenían problemas con el consumo de alcohol.

«La aceptación social», en el caso del alcohol, o «la percepción de la sociedad con respecto a cómo afecta a la salud», en el caso del cannabis, son los principales motivos por lo que los jóvenes consumen más estas dos sustancias, aclara la asociación. Aunque, «por suerte», agregó Sabatés, las familias se dan cuenta antes de que sus hijos consumen drogas. Aun así, la asociación aconsejó a los padres no utilizar la prueba de orín que se difunde en algunos ámbitos para detectar si sus hijos consumen sustancias químicas porque «existen otros métodos más eficaces para abordar el tema sin necesidad de crear una barrera de desconfianza entre padres e hijos».

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